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Opinion

¿En qué se diferencia la nueva normalidad de la vieja desigualdad?

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Normalmente vivimos pendientes de lo que sea que se vuelva tendencia en internet o en televisión, pero a la vez desatendemos casi por completo las cuestiones que afectan a nuestra clase social de manera más directa, a la clase trabajadora. Muchas veces nos resignamos a continuar con nuestra sobrecargada rutina, buscando escapes emocionales para las horas no laborales, hasta que toque volver a trabajar para sobrevivir.

Nuestro agotamiento mental y físico termina dando paso a la indiferencia. Seguimos la corriente hasta llegar al punto de fingir demencia. Soportamos pesares en un país en el que disciplinas como la psicología y política son completamente ignoradas, quedando como consecuencia una especie de disociación de la realidad.

Luego de 110 días de cuarentena nuestra economía desfallece, unas 80.000 personas quedaron cesadas de sus puestos laborales y aunque capaz ya sea reiterativo mencionar esto, es una realidad que no debemos desatender. Algunas estimaciones hablan de que el PIB podría sufrir un déficit de entre -2,5% hasta incluso -6,5% si no se controlan los recursos en tiempos de pandemia y debido al gran endeudamiento que llegaría a los 2.500 millones de dólares de momento. Al margen de ese indicador, la gente de a pie también la está pasando muy mal.

Atravesamos un oscurantismo económico que golpea especialmente a los trabajadores del sector privado porque sufrieron recortes de salarios, suspensiones del contratos o quedaron sin trabajo. Según encuestas realizadas a más de 1.000 mipymes por la consultora Nauta, dos de cada diez de esas empresas no superarían la pandemia, una noticia terrible si recordamos que estas empresas son las que más empleos generan.

Ante un difícil repunte a pesar de la flexibilización de la cuarentena, los créditos fueron surgiendo como alternativa. Una solución arriesgada si tomamos en cuenta el compromiso de un nuevo pago mensual, los intereses, más la falta de garantías de una posible estabilidad económica nacional. Avanzamos por fases, lo que significa que en cualquier momento podemos volver a la tan temida “Fase Cero”.

Entonces, si tan fuerte fue el golpe recibido por los empresarios del sector privado, resulta hasta lógico pensar que los trabajadores afectados estén pasando por lo mismo, hasta de una peor manera. Sobreviviendo de los subsidios mientras aguardan a que la economía mejore, se encuentre una vacuna contra el virus, o lo que sea que ocurra primero.

Paraguay: Un país rico para quienes lo administran
A siete días de que fuesen publicadas las declaraciones juradas de los altos funcionarios del Estado, o mejor dicho de ciertos políticos, queda más que claro que la impunidad sigue siendo el mayor de nuestros males.

Hoy, muchos sobreviven de pequeños aportes estatales, mientras otros siguen sumando millones a sus movimientos financieros. Nos encontramos ante dos países en uno, totalmente distanciados entre sí, donde la función pública no es más que un gran negocio. ¿Podemos dudar los 1372% de crecimiento patrimonial del senador Fernando Silva Facetti, o el crecimiento de 1196% del Vicepresidente Hugo Velásquez? Es obvio que sí, y ni hablar de los 4600% del ex senador y ahora procesado Oscar González Daher.

Aguardamos soluciones de quienes no sienten ni por poco nuestras necesidades básicas, lamentamos ser un pueblo sufrido, pero no actuamos al respecto. Ante la indiferencia, sumisión y por sobre todo la desigualdad. ¡Despertemos!

 

José Ignacio Melgarejo – Periodista del Grupo Venus Comunicaciones

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El MOPC aprueba la pasarela de Ñanduti, e incluso pagará más a Engineering

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El titular del MOPC, Arnoldo Wiens, informó ayer martes que ya aprobó por resolución el informe de revisión técnica de la pasarela “ñanduti”, en la que dio luz verde a la recepción provisoria de la criticada obra e incluso que se paguen Gs. 1.214 millones más a Engineering. Pese a irregularidades decidió no rescindir el contrato.

 

El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) dio a conocer ayer la Resolución N° 283 que firmó el lunes último el ministro Arnoldo Wiens, en la que aprobó el informe de “revisión técnica” de la institución a la cuestionada obra de la pasarela “ñanduti”.

 

El documento en cuestión fue elaborado por la arquitecta Josefina Romero, jefa de Gabinete de Wiens, y Blás González, director jurídico del MOPC. Tiene fecha del 29 de diciembre del año pasado y en el mismo se recomendó recibir la pasarela que construyó la “superproveedora” Engineering, de Juan Andrés Campos Cervera, y desembolsar otros Gs. 1.214 millones más a esta empresa para “cerrar” el contrato.

 

La pasarela se adjudicó por Gs. 12.437 millones, pero su precio se incrementó a Gs. 14.121 millones (más de US$ 2 millones) luego de los convenios modificatorios 1 y 2, los cuáles se rubricaron para beneficiar a la contratista, porque los ítems que se agregaron al proyecto ni si quiera contaban con especificaciones técnicas.

 

Según el informe de la “revisión técnica”, del monto total del contrato el MOPC ya pagó Gs. 10.278 millones (casi 73%) a Engineering, es decir, queda un saldo “pendiente de pago” de Gs. 3.843 millones. Pero Obras Públicas , “basándose en un análisis y en los hallazgos”, encontró una sobrefacturación de Gs. 2.199 millones en la obra, que a criterio de la institución de ser descontado del monto “pendiente de pago”, por lo que aún se debe desembolsar Gs. 1.214 millones a la contratista. Según los técnicos, esta obra no debía costar más de US$ 500.000, pero el MOPC le terminará pagando cerca de los US$ 2 millones a la “superproveedora”.

Estp pese a que Obras Públicas detectó que los precios de varios ítems del criticado paso fueron inflados, pero aún así seguirá realizando más desembolsos para recibir la obra, lo que Wiens ya autorizó en la mencionada resolución.

 

Llamativamente esta noticia fue dada a conocer cuando la atención ciudadana está enfocada en el escándalo del Ministerio del Interior, lo que sería una estrategia para que este tema pase desapercibido.

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¡Paraguay en llamas!

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Vivimos en un país en donde la temperatura por lo general se encuentra entre los 30 y 40 grados Celsius sea cual fuese la estación del año, nos acostumbramos al calor en exceso, y lo que es peor, nos intoxicamos día tras día con los gases tóxicos emanados por diferentes quemazones que se van produciendo en varios puntos del territorio paraguayo.

Solo una semana atrás celebrábamos la llegada del “Frío Polar” con bajas temperaturas que dejaron el ambiente en un punto agradable, pero hoy la realidad es totalmente distinta. El intenso calor, las llamas que consumieron gran parte del banco San Miguel, más la densa humareda que se extiende por encima del centro capitalino demuestran claramente que carecemos de programas que promuevan la protección del medio ambiente.

Durante la semana pasada todos nos hicimos eco del voraz incendio originado en el Banco San Miguel con 300 hectáreas que quedaron consumidas casi por completas pese a los esfuerzos de los miembros del cuerpo de bomberos voluntarios, hoy diferentes zonas del bañado sur pasan por lo mismo. Todos los focos se dieron de manera intencional según informes de la Secretaría de Emergencia Nacional, lo que ya generó críticas de diferentes sectores como la del mismo presidente:

“Vamos a ser absolutamente implacables en el castigo a aquellos que no cumplen con la ley y de manera irresponsable causan estos daños irreparables y difíciles de controlar a la naturaleza”, expresó.
De acuerdo con el último reporte de la SEN, son cerca de 3.200 los focos de calor en todo el país, de los cuales 950 se encuentran en el Departamento de Presidente Hayes, quedando este como el más afectado. Focos de incendios producidos por la sequía según palabras de Mario Abdo, que a su vez son el producto de diferentes golpes sufridos por nuestro ecosistema desde varios años atrás y de manera silenciosa.


Hace varios días salió a luz un informe del Instituto Ambiental de Estocolmo, que señala que Paraguay tiene un riesgo de deforestación de 734 hectáreas por cada 1000 toneladas de carne vacuna exportada, ubicando a nuestro país entre los que más deforestan en el mundo para la producción cárnica, de ese modo entonces nos encontramos con más de 183.500.000 hectáreas deforestadas al año si tomamos en cuenta el promedio anual de exportación que supera las 250.000 toneladas.

“La industria ganadera paraguaya está impulsando la peor deforestación que se haya visto en el mundo”, dice el informe.
Paraguay es el segundo país más deforestador de Sudamérica, según el sistema satelital Global Forest Watch (GFW).

Centramos toda nuestra atención en los sucesos relacionados a la pandemia pero decidimos ignorar el llamado de la madre naturaleza. Como ciudadanos consientes del cambio climático y de las consecuencias que este va dejando es necesario que seamos bien críticos.

“La zona del gran Chaco paraguayo es la que sufrió la mayor destrucción de cobertura arbórea en el 2019 abarcando el 78% de todo lo que se deforestó en ese año, es decir, 244.324 hectáreas. Este lamentable delito, se viene sosteniendo en estos últimos años en el Chaco, que ha sufrido una gran deforestación muy preocupante ante la total impunidad al respecto”, publicó el senador Carlos Filizzola en su cuenta de Facebook.

Siguiendo con los datos de dicha publicación podemos ver que Paraguay tiene el quinto lugar en Sudamérica, como el país que más ha destruido sus bosques primarios. Solamente en el año 2019 perdió 50.800 hectáreas. El 93% de la pérdida de masa forestal se dio por actividades ligadas a la producción de materia prima como la carne vacuna, la soja y la madera.

En nuestro país existen leyes ambientales que no son aplicadas, lo que permite que la impunidad siga presente entre los responsables de dañar al ecosistema. Como respuesta a este informe de Estocolmo, el Gobierno emitió un comunicado en el cual desmiente sobre lo que ocurre realmente en nuestro país.

José Ignacio Melgarejo – Periodista del Grupo Venus Media

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Noticias

¿Qué tanto hacemos como país para controlar la pandemia?

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A más de 160 días de haberse decretado la cuarentena, y modificada en diferentes fases, es inevitable que nos cuestionemos sobre todas las acciones que fueron tomadas para evitar que sigan aumentando los casos, tanto por las autoridades públicas, como por los ciudadanos en general.

Vayamos por parte y seamos directos; Siempre se nos ha dicho que sigamos con las medidas sanitarias, mantengamos distancia y evitemos las reuniones sociales. También que nos consideremos de por sí como potenciales “asintomáticos”, o Covid positivo, para que evitemos circular por diferentes puntos del país. Pedidos fáciles, pero que no pasan de ser palabras vacías ya que va ocurriendo lo contrario y todos somos responsables.

Para empezar podemos criticar todos los recorridos “Marketeros” del presidente Mario Abdo por varios departamentos del país -hoy por Canindeyú, la semana pasada por Caaguazú, Paraguarí y San Pedro- donde se lo ve siempre rodeado de mucha gente, inaugurando calles empedradas y muchas otras obras menores que no deberían ser merecedoras de actos presidenciales para su puesta en funcionamiento, es decir que Abdo no debería estar realizando dichos recorridos por dichas obras y menos en plena pandemia. Es más, debería resaltar las recomendaciones del ministerio de salud antes que hacer todo lo contrario.

Ya es de conocimiento público la renuncia del ahora ex Viceministro de Atención Integral a la Salud, Juan Carlos Portillo, por haber incumplido las normas sanitarias al participar de una fiesta privada sin distanciamiento, ni el uso de tapabocas. Todo un ejemplo personificado de la conocida frase que dice “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.

 

 

En tercer punto debemos apuntar a la relación existente entre el sector obrero/patronal y a los protocolos adoptados por los mismo. Resulta fundamental que en plena pandemia los empleadores flexibilicen ciertas tareas de sus trabajadores para no exponerlos, tales como: La implementación de cuadrillas semanales, teletrabajo de no ser necesaria la presencia física (o home office), y el suministro de insumos sanitarios como mínimo. Por su parte el trabajador debe asumir el compromiso moral de respetar las medidas sanitarias dentro y fuera del lugar de trabajo.

Como ciudadanos también somos responsables directos de esta curva ascendente. Con más de 13.000 casos confirmados y 205 fallecidos hasta la fecha, no podemos solo seguir culpando a las autoridades de salud, y del gobierno en sí, por la falta condiciones hospitalarias y ejecución presupuestaria. Ya debemos asumir que no hay infraestructura sanitaria suficiente y que sobrevivir depende plenamente de nosotros mismos.

Debemos ser conscientes de que el virus sigue exponiendo a cada uno y a nuestros seres queridos, por lo que resulta fundamental que nos adaptemos a este modo de vivir con las medidas preventivas y el distanciamiento adecuado. No es momento de escalar cerros, ni mucho menos de realizar fiestas masivas por cumpleaños o casamientos, porque mientras uno se la pasa viviendo en joda otros la vienen remando con el temor de incluso subir a un trasporte público o, perder su puesto de trabajo.

No seamos prisioneros, pero tampoco seamos parte del problema ¿queda claro?

Sabemos que los trabajos de contención no son exactos, hasta podríamos decir que están improvisando con los protocolos sanitarios que parecen ir variando de acuerdo a las posibilidades económicas por ciudadano, mismo fenómeno que se presenta en el ministerio público con las imputaciones selectivas.

 

 

Por último, es necesario que las autoridades competentes se pongan a trabajar en una urgente campaña comunicacional de conciencia sobre el avance del covid-19. Contamos con un ministerio de información, MITIC, que hasta la fecha no ha justificado su ascenso de secretaría, ex SICOM, a lo que es hoy. Por ejemplo, dicha cartera recibió del BID más de 130 millones USD en 2018 para elaborar un novedoso sistema de conectividad, lo que sigue siendo una utopía, pero hubiese sido de gran ayuda en esta que parece ser una nueva era.

Dicen que nos cuidamos entre todos pero sin embargo siguen aumentando los casos… Imaginen lo que será si empezamos a bajar los brazos.

José Ignacio Melgarejo – Periodista del Grupo Venus Media.

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