Opinion

“En Paraguay también hay racismo”

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Durante los últimos días todos recibimos de algún modo diversas informaciones y reacciones surgidas en torno al trágico suceso ocurrido en Minneapolis – EEUU, el pasado 25 mayo, en el cual un hombre perdió la vida luego de ser inhumanamente “aprehendido” por cuatro efectivos policiales blancos sin siquiera haber puesto resistencia, es más, solo por encontrarse en el lugar incorrecto a la hora equivocada y ser afroamericano. Y sí, hablamos de George Floyd, víctima de abuso de poder y racismo.

Con las últimas palabras pronunciadas por Floyd en su agonía usadas como lema, “No puedo respirar”, miles de personas salieron a las calles para repudiar las acciones de abusos basadas en las desigualdades sociales y en la brutalidad policial. Gritos de hartazgo resonaron en diferentes ciudades, como en Sidney, Australia o, Londres, Inglaterra. Y como no podía ser de otra manera, los usuarios en redes acompañaron la causa con el hashtag #BlackLivesMatter.

El calor de las llamas consumiendo la comisaría de Minneapolis nos dio la pauta de que ya nadie seguirá tolerando acciones similares y que la suma de todos como ciudadanos puede más que la impunidad y el abuso. ¿Pero cómo andamos por casa?


Si bien el contexto social de los Estados Unidos es muy distinto al nuestro, por su densidad demográfica y por la violencia estructural que la población afroamericana soporta desde hace mucho tiempo, no podemos dejar pasar por alto el ejemplo dado por los miles de manifestantes que decidieron romper con el orden ciudadano y hasta con las leyes de la cuarentena para dejar bien en claro un mensaje: Basta de racismo y brutalidad policial. ¿Pero somos conscientes de que el racismo no solo existe a Norteamérica? Por supuesto que no, en Paraguay creamos una falsa sensación de preocupación por el mundo mientras hacemos la vista gorda a los pueblos originarios, quienes tienen y viven en condiciones inhumanas.

Hay que dejar la hipocresía, rechazamos a los pueblos originarios y no reaccionamos al ver las injusticias que sufren día a día, mientras demostramos una especie de conmoción cuando en países como EEUU. se materializa el racismo. Deberíamos usar el ejemplo de otros países para responder al racismo presente en nuestras calles, reflejado en personas que solamente son vistas como sombras sin rostros y no como seres humanos.

 

Nativos en Paraguay: Los marginados de siempre

En Paraguay más de 117.150 indígenas de cinco familias lingüísticas distintas se encuentran distribuidos en 19 pueblos y 800 comunidades según la DGEEC, de los cuales unos 3.500 están situados en zonas aledañas a la capital, con escasez de comida o agua. Más de 400 son menores en situación de calle, todos expuestos a la intemperie, invisibles para las instituciones del Estado y gran parte de la sociedad ¿estamos siendo distraídos a gran escala o es que no queremos ver la realidad?

La discriminación racial es real no solo en los grandes países del mundo sino también en el nuestro. Por día, cientos de niños nativos deambulan sin rumbo, ignorados o marginados por el ciudadano promedio. Madres indígenas con sus niños en brazos deben distribuirse por lugares concurridos de las principales ciudades para poder figurar y a lo sumo lograr vender algún producto artesanal suyo. Demás está decir que son las instituciones del Estado como el INDI, el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de la Niñez y de la Adolescencia las que deberían asumir responsabilidades y encarar soluciones que mejoren las condiciones de aquellos eternos desfavorecidos, sin embargo, las respuestas son casi nulas. ¿Si el INDI no representa a los pueblos indígenas cuál es la función que cumple como organismo del estado?

Asimismo, desde el lado de la ciudadanía es sumamente importante que nos pronunciemos contra los casos de abuso y de discriminación que puedan darse en cualquier punto del planeta -sea en EE.UU. o en China- pero, sin olvidar de que tampoco hay que ir tan lejos para comprender que al mundo le falta un poco más de humanidad. En Paraguay, como en gran parte de la región, ser parte de algún pueblo originario es vivir en un nivel superior de pobreza, es pasar desapercibido ante los ojos ciegos de incluso aquellos que reivindican los derechos humanos en redes sociales.

Fuente: El Surtidor

“Tuiteás #BlackLivesMatter pero te molesta ver indígenas manifestándose. En fin, la hipocresía”.

 

José Ignacio Melgarejo – Periodista del Grupo Venus Comunicaciones

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