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Dorothea Puente: quién es la asesina del documental más perturbador de Netflix

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Worst Roommate Ever, el nuevo doc de Netflix, cuenta la historia de una de las asesinas seriales más brutales.

A simple vista, Dorothea Puente, parecía una típica ancianita amable e inofensiva, pero Worst Roommate Ever, el nuevo documental de crímenes reales de Netflix, revela que, detrás de esa imagen inocente, se escondía una mujer brutal, manipuladora, cruel y asesina.

El documental de Netflix cuenta cuatro casos diferentes de roommates terribles, pero no se trata de personas que pagaban la renta tarde o se comían la comida de todos, sino de criminales maquiavélicos que engañaba a todos a su alrededor e incluso llegaron a cometer asesinatos. Tenemos el caso de KC Joy, quien mató a su compañera porque ella no quería tener una relación con él, o Youssef Khater, un hombre que se hizo pasar por un corredor de maratones para conseguir que le dieran dinero y que intentó matar a una de sus compañeras de casa cuando descubrió que se trataba de un estafador.

Todos esos casos son terribles, inquietantes y muestran que no puedes confiar en nadie sin antes investigar un poco, pero el que más sorprende es el de Dorothea Puente, quien fue condenada a prisión por el asesinato de varias personas que llegaron a vivir a su casa, para después enterrar sus cuerpos en el jardín y seguir con su vida como si nada hubiera pasado.

¿Quién fue Dorothea Puente?

Todo esto sucedió en Sacramento, California en los años 70 y 80. Antes de que se descubriera la verdad, se dice que Dorothea puente trabajaba como prostituta, ella drogaba a sus clientes usando sedantes y, cuando quedaban inmovilizados, les robaba dinero, joyas y cualquier cosa que pudiera tomar de sus casas.

Eventualmente fue arrestada y enviada a prisión por estos crímenes, pero salió al poco tiempo y fue entonces cuando las cosas se pusieron más aterradoras. Primero, Puente se hizo pasar por enfermera y empezó a cuidar de personas mayores, a quienes envenena para poder hacer lo mismo que hacía con sus clientes y robar sus pertenencias.

Más tarde, la “dulce” ancianita llegó a vivir a una casa antigua en Sacramento, donde sus vecinos la veían como una mujer amable y preocupada por su comunidad, que donaba a instituciones de caridad, daba comida a los necesitados y quien le brindaba un hogar a las personas conocidas como “shadow people”, personas sin hogar, con problemas mentales o con adicciones que necesitaban un lugar donde quedarse.

Nadie sabía que el psicólogo de la prisión en la que estuvo la diagnosticó como una esquizofrénica sin “remordimiento o arrepentimiento” que debería ser “supervisada de cerca”.

Según cuenta el documental de Netflix, la verdad comenzó a salir a la luz después de que una trabajadora social consiguiera un lugar para un hombre llamado Bert Montoya en casa de Dorothea. Al principio parecía que se sería el lugar perfecto, Bert tenía su propia habitación, comida y no tenía que vivir en las calles, pero pronto comenzó a tener problemas para contactarlo y, después de pasar semanas sin tener noticias, fue a ver a Dorothea y ella le dijo que el hombre se había ido con unos familiares a México.

La trabajadora social se dio cuenta de que algo estaba raro y que Bert no era el único que había desaparecido de esa casa, así que llamó a la policía para que fueran a investigar.

Varios agentes llegaron a casa de Dorothea Puente y ahí comenzaron a interrogar a sus inquilinos. Todos ellos contaban la historia de que Bert se había ido a México, pero uno de ellos les entregó una nota en la que decía que la anciana lo había obligado a mentir.

La policía comenzó a registrar la casa y pidieron permiso para excavar el jardín. Primero encontraron restos de basura, después fragmentos de tela y lo que parecía ser cuero seco (que más tarde se reveló que eran restos de piel humana) y pronto dieron con un fémur y varios huesos. Al revisar toda la zona, se encontraron varios cuerpos que habían sido cuidadosamente envueltos en tela y plástico. 6 cuerpos fueron recuperados de su casa.

Puente fue detenida e interrogada, y la policía reveló que no tenía 80 años, sino que se trataba de una mujer que estaba en sus 50, que se maquillaba, se vestía y se peina para aparentar tener más edad, lo que la hacía ver lo suficientemente inofensiva y amable como para ganarse la confianza de todos a su alrededor.

Dorothea lo negó todo durante su interrogatorio y, antes de que pudieran arrestarla, escapó a Los Ángeles, pero ahí fue identificada por un hombre que la vio en un bar y recordó haber visto su cara en las noticias. La policía la atrapó y ella fue acusada del asesinato de 9 personas.

El problema fue que los patólogos no encontraron una causa de muerte clara para todas estas personas y los abogados de Puente alegaron que ella solo les robaba sus cheques del seguro social, pero que no los había matado. Se cree que ella les daba pastillas para dormir y después los asfixiaba (Dalmane, una droga que se usa para el Insomnio, fue encontrada en todos los cuerpos) y el procurador del caso dijo que Puente era la más “fría y calculadora de las asesinas que el país haya visto jamás”.

Al final, en 1993, Puente fue declarada culpable de 3 asesinatos y recibió varias cadenas perpetuas. Ella murió en prisión en 2011, a la edad de 82 años.

 

 

Fuente: GQ

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